Un día como hoy, hace 20 años ya, la vida de Kurt Cobain, el líder y vocalista de Nirvana, encontró su trágico final en una pequeña habitación ubicada sobre el garaje de su mansión de Seattle, lugar en donde fue hallado por un electricista, tres días después, desparramado en el piso -cito textualmente de los reportes posteriores- con "un rifle Remington calibre 20 sobre su pecho, un hilo de sangre corriéndole desde el oído izquierdo, una bala en la cabeza y una dosis triplemente mortal de heroína cristalizada en sus venas". Ese fatídico 05 de Abril de 1994, Seattle, su circuito rockero -cuyo variopinto sonido fue enlatado para las discotiendas, medios y mainstream en general bajo la etiqueta de 'grunge'- pero sobre todo su vasta legión de fanáticos, le dijeron adiós a uno de sus máximos héroes sindicado tantísimas veces como 'la voz de su generación'; término del cual de seguro el mismo Cobain renegaba. Algunos están convencidos de que no soportó lidiar con el éxito y la fama y decidió autoeliminarse, poniendo punto final -bajo sus propios términos- a una existencia plagada de angustias personales y conflictos. Hasta la fecha, se discute sobre las circunstancias de su muerte, tanto así que hace pocos días se especuló que la Policía de Seattle reabriría las investigaciones del caso-Cobain. Al final, todo lo que hicieron fue filtrar escabrosas e innecesarias fotografías inéditas de la escena de su muerte. Tema aparte, de su obra en vida junto a Nirvana, se ha dicho todo ya: un reducido pero imprescindible legado musical facturado entre los años 1988 y 1993, partiendo de su apabullante single-debut, "Love Buzz", a los incendiarios LPs "Bleach", el capital "Nevermind", el "In Utero" e incluso, el póstumo concierto acústico "MTV Unplugged in New York". Además, a Cobain se le debería agradecer la manera en la que -entrevistas mediante- nos enrostraba un inusual imaginario de influencias que muchas veces escapaban de nuestro mapa y nos abrían la curiosidad a nuevos campos: sus adorados The Vaselines, K Records, Meat Puppets, Beat Happening, el Bowie oscuro circa 1970, Hüsker Dü, Shocking Blue, el "Hi, How Are You" de Daniel Johnston y un largo etc. más (ver sino el playlist de la NME con sus bandas favoritas). "Ahora se ha ido a unirse a ese estúpido club" fueron las palabras con las que su madre, Wendy O'Connor, afrontó la noticia del suicidio. Sí pues, estúpido en todo sentido. "Es mejor arder que apagarse lentamente", rezaba el colofón de su carta de despedida dirigida a su esposa (Courtney Love) e hija (Frances Bean Cobain), tomando prestada la frase de un tema de 1979 de Neil Young. Lo lloraron más de siete mil personas reunidas en el centro de Seattle; otra incontable cantidad hizo lo propio en sus casas, escuchando sus canciones. Dos décadas después, aquí seguimos. Ardió. No se apagó lentamente. Volver a su música, hoy más que nunca, no es sólo un acto de nostalgia: es también un agradecimiento a la compañía dada en nuestros walkmans y cassetteras aquellos años. Algo imborrable. Aquí algunas selecciones en video.
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