Uno no quiere creer noticias como ésta. Simplemente no. Había acabado de editar su disco n°28, un nuevo retorno triunfal, nada menos que sorprendente y desafiante además, claro, de cumplir 69 años de edad. David Bowie ha muerto. Lo anuncia su sitio oficial detallando que todo ha sucedido tras 18 meses de batalla contra el cáncer y desde luego, es algo que no deja de entristecernos, en especial a todos aquellos que a través de su obra hemos logrado, más que pasar el rato en compañía de grandes canciones, algo aún más importante: emocionarnos realmente escuchando música. Porque lo de Bowie trataba de eso, en su 'irrepetibilidad', el hombre hacía sentir a una canción pop como un instante único. Un acontecimiento. Y lo logró hasta el último de sus días.


Sus múltiples cambios, tanto de imagen como en su sonido, lo mantuvieron siempre a un paso adelante de sus contemporáneos. Tras el inicio de su carrera como solista a finales de los 60's, aún entonces cercano a influencias mod, le bastaron sólo 5 años para explorar y hallar su propio sonido en el trayecto (de su placa autotitulada de 1967 al mítico "The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars" de 1972, atravesando por grabaciones magníficas como ese "Space Oddity" o el inmenso "Hunky Dory") constituyéndose como un ícono indiscutible del glam-rock inglés, hecho que lo ratificaría su también rotundo "Aladdin Sane" (1973) sucedido por el "Diamond Dogs" (1974).





















Un año después, dejaría ese estilo de lado para sumergirse en la influencia de ritmos norteamericanos, blue-eyed soul, R&B y más, con "Young Americans" en donde colaboraría John Lennon en la composición y voz de la canción "Fame". En 1976 editaría el grandioso "Station to Station"; a la par que una nueva encarnación había nacido: el Delgado Duque Blanco. Paralelamente a esto su adicción a las drogas se incrementó y llegó a niveles incrontrolables por lo que el paso inmediato a seguir sería una fuerte etapa de desintoxicación con mudanza incluida a Berlín donde construiría -con ayuda de su amigo Brian Eno- su genial trilogía conformada por "Low", "Heroes" (ambos de 1977) y "Lodger" (1979).





















Ya entrada la década de los '80s, tras su categórico "Scary Monsters (and Super Creeps)", Bowie sintonizaría con un espíritu más radio-friendly con el hiterísimo "Let's Dance" (1983) y los correctos aunque menores "Tonight" (1984) y "Never Let Me Down" (1987) que fueron seguidos por el proyecto paralelo Tin Machine. En los '90s luego de su musicalización para "The Buddha of Suburbia" (1991) su combeack lo daría el gran "Outside" (1995) en donde Bowie explotaba su rol vanguardista contectando aún más con el arte y la tecnología. Aunque más conceptual, el inquietante jungle del "Earthling" (1997) seguiría por similares caminos para ya, a puertas del nuevo milenio retomar cierto sentido pop con "Hours..." (1999).

















De ahí a la fecha, en un tono más personal y obviamente, de plena madurez sonora, se editaron "Heathen" (2001) y "Reality" (2003). Tras una década de paréntesis, su vuelta discográfica se daría el 2013 con el sorprendente y vital "The Next Day" que mostraba el genio intacto de su autor. Este 2016, "★" ("Blackstar") pondría fin a todo. Y es una obra ciertamente exquisita como punto de cierre: atrapante, rara, desafiante y emocionante, justo como un resumen del sentido artístico de Bowie.















Sobra decirlo, David Bowie puede jactarse de haber marcado un antes y un después en la historia de la música popular. El hombre que cayó en la tierra, el que se atrevió a ser distinto, Ziggy Stardust, Halloween Jack y un largo etc. más, hoy ha partido de aquí, más no su leyenda. Es un día tristísimo y devastador.

Adiós y gracias por tanto, duque, starman... héroe eterno.